"Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el psicólogo clínico".
De Almanza Avedaño, Ariagor Manuel.
Hoy hablaré del libro
"Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas fundamentales para el
psicólogo clínico y de la salud", escrito por mis colegas la Dra. Luz
Adriana Orozco Ramírez, el Dr. José Luis Ybarra Sagarduy y la Dra. Andrómeda
Valencia Ortiz, en el que también han colaborado psicólogos y psicólogas de
otras universidades de la república, como la Universidad Nacional Autónoma de
México, la Universidad Autónoma del Estado Hidalgo, y sobre todo, de la
Universidad Autónoma de Tamaulipas, para quienes es necesario reconocer su
labor en la construcción de esta obra, que no sólo pone en alto el nombre de la
institución, sino que también indica uno de los rumbos que está tomando la
psicología en el estado de Tamaulipas y a nivel nacional, la búsqueda de su
profesionalización en el ámbito clínico y de la salud, en base a intervenciones
con apoyo empírico.
Creo que para comprender el aporte que realizan los
autores mediante esta obra, es importante situarse en el contexto de la
psicología clínica y de la salud en México. En el proceso de formación de los
psicólogos pertenecientes a estos campos, se exige que desarrollen competencias
en ámbitos como la investigación, la evaluación, el diagnóstico y el
tratamiento. Difícilmente alguien dentro del campo estaría en desacuerdo con
tal objetivo, pero como ocurre comúnmente, construir los puentes entre la
teoría y la práctica, entre el discurso y la acción, la política y su
implementación, es un proceso que conlleva, como muchas cosas de la vida,
avances y caídas, claridad y ambigüedad.
Desde mi perspectiva, la psicología clínica en México no
es monológica, sino que existe una multiplicidad de voces respecto a cómo se
entiende y se lleva a cabo la práctica
clínica. Dichas voces, lamentablemente, no suelen dialogar entre sí, y como en
cualquier sociedad, grupo, familia o individuo, cada voz mantiene una mirada
parcial sobre la realidad clínica, y por ello, cada voz considera que su mirada
es más sofisticada, útil o legítima que la otra. Un problema con esta
situación, es que cuando se limita el diálogo, es difícil encontrar pautas que
conecten o atraviesen las diversas modalidades de la práctica clínica, así como
valorar los beneficios y limitaciones particulares de cada una de dichas
modalidades. Por otro lado, para los psicólogos en formación, puede ser confuso
lidiar con esta multiplicidad de voces clínicas, y comúnmente, eligen escuchar
una de las voces, generalmente la hegemónica o más poderosa, antes de conocer
las diversas voces y adquirir una perspectiva más profunda del campo clínico a
través de la reflexión crítica sobre las mismas.
Para la promoción del diálogo entre las diversas voces
clínicas es necesario establecer un lenguaje común que permita a las voces
tanto mostrar sus aportes particulares, como la comprensión del otro. Una
apuesta valiosa para el establecimiento de dicho diálogo es el requerimiento de
sustento empírico para las intervenciones desarrolladas desde cada práctica
clínica, así como la sistematización de los procesos de intervención para
favorecer sus posibilidades de replicación. Aún es necesario establecer un
debate sobre los métodos más pertinentes para brindar sustento empírico, así
como los indicadores de un tratamiento exitoso, sin embargo, la promoción de
intervenciones basadas en la evidencia es un punto común para el inicio del
diálogo.
La psicología clínica y de la salud en México, además de
esta lucha consigo misma, se encuentra en una lucha de legitimación como
práctica cultural. En la vida cotidiana, las personas hablan de la psicología y
toman prestado sus términos, sienten fascinación por el comportamiento "irracional"
o se preguntan cómo podría la psicología ayudar a manejar sus dificultades,
incluso buscan acercarse a ella a través de los libros de auto-ayuda o los talk
shows, sin embargo, acudir al psicólogo para el cuidado de su salud mental no
es todavía una práctica arraigada culturalmente, está en proceso de
constituirse como tal. La mayor parte de las personas, cuando lidian con las
dificultades que encuentran en la vida, recurren a sus relaciones sociales, al
repertorio de estrategias que se promueven en su contexto cultural, las
tradiciones, la religión, las prácticas esotéricas, o incluso, como muchos
sobrevivientes mencionan, "a sí mismos". Es decir, las personas
buscan los remedios "naturales" disponibles, a bajo costo o
prescritos culturalmente, antes de acudir al especialista en salud mental (e
incluso cabe señalar el riesgo de que la gente recurra exclusivamente a los
psicofármacos como solución única ante
las crisis, dilemas, problemas que emergen en su vida). Esto implica un reto
para la psicología en México, pues requiere pensar no sólo en términos de
mercado y de atraer consumidores a la clínica, sino cómo favorecer que en la
cultura sea una estrategia recomendable para el manejo de las dificultades, y
el cuidado de la salud mental. Es decir, cómo promover la influencia de la
psicología en la cultura, adquirir un espacio de mayor relevancia para las
comunidades, más allá de la fascinación que ejerce en el imaginario colectivo.
Otro aspecto vinculado al problema de la legitimación,
tiene que ver con la importancia que otorga el Estado a la psicología en la
reflexión sobre los problemas nacionales y su solución (aproximada), así como
con la regulación de la práctica clínica. Por supuesto que no se busca una
burocratización del trabajo del psicólogo que limite su acción ni una
persecución para la erradicación de los "chartalanes" en beneficio de
ciertos grupos dentro del campo como lo ha advertido Roudinesco en Francia,
sino más bien la exigencia de que los psicólogos clínicos y de la salud tengan
conocimientos teóricos sólidos sobre la problemática que atenderán, hayan
recibido una capacitación y supervisión adecuada en las intervenciones
requeridas para atender a la población, puedan evaluar empíricamente dichas
intervenciones, y sistematizarlas para su replicación. Esto no sólo tiene
beneficios colectivos para la psicología en aras de su legitimación como alternativa
cultural, sino que mejora el ejercicio profesional a nivel individual, pero
sobre todo, permite actuar éticamente mejorando los servicios de atención al
paciente (cliente o usuario) y reducir la posibilidad de prácticas
iatrogénicas.
Y en este punto regreso al motivo por el que estamos hoy
aquí. El libro "Intervenciones con apoyo empírico. Herramientas
fundamentales para el psicólogo clínico y de la salud", además de ser una
rosa en el desierto, es una brújula, un mapa, las señales que se van dejando en
el bosque para no perderse. Considero que es una referencia obligada para
psicólogos en formación o que se encuentran en estos campos, para entender ese
lenguaje común de la práctica clínica basada en la evidencia y darse cuenta de
la importancia de aplicar intervenciones que hayan sido comprobadas
empíricamente a fin de apoyar a sus pacientes en el manejo de sus dificultades,
de la mejor manera posible. Por otro lado, es un constante recordatorio de la
importancia de actualizar continuamente nuestra formas de intervención y de
identificar necesidades de capacitación para un mejor desempeño de nuestro
ejercicio profesional.
En el libro podrán
encontrar las intervenciones con sustento empírico en los principales problemas
que se atienden dentro de las instituciones de salud mental, tanto en el ámbito
privado como público: los trastornos del estado de ánimo, los trastornos de
ansiedad y los trastornos de la infancia y la adolescencia. Asimismo, da cuenta
de las intervenciones con apoyo empírico para la atención de diversas
problemáticas en términos de salud pública: diabetes, cáncer, enfermedades
cardiovasculares, infección por VIH y sida. En este sentido, el libro es una
lámpara para aquel explorador que realiza sus primeras excursiones en un campo,
que al inicio puede parecer oscuro, y que incluso con el paso del tiempo, sigue
manteniendo algunos espacios de sombras y misterio. El libro es a la vez una
cartografía para conocer las rutas más utilizadas para surcar el vasto océano
clínico; también es un pasaje secreto que se encuentra al atravesar un laberinto.
Finalmente, el libro no sólo permite identificar las pautas más adecuadas para
la atención de los padecimientos mencionados, sino también inspira a la
búsqueda nuevos caminos, pero exige el rigor requerido en busca del mayor
beneficio posible para los pacientes.
Me gustaría terminar este texto, agradeciendo a todos los
autores por crear una valiosa obra colectiva, que contribuye a la formación de futuras psicólogas y
psicólogos, propone la búsqueda de
evidencia como un punto de reunión entre las diversas aproximaciones clínicas y
sobre todo, promueve la legitimación de
la psicología clínica y de la salud con la exigencia de sistematización, rigor
y transparencia, lo cual permite distinguir a nuestra disciplina de otras
prácticas culturales. En términos
sencillos, los exhorto a leer esta obra, permítanse ser inspirados por ella, a
fin de que esta brújula los lleve a caminos seguros y lugares insospechados, en beneficio de su desempeño profesional y de
las personas a quienes sirven. Gracias por su atención.
Dr. Ariagor Manuel Almanza Avendaño